Vidas públicas, vidas privadas (1914-1939)


Travestis criolla.Vidas publicas. A lo largo de este primer período cronológico, vamos a revisar las representaciones literarias, en clave de género, del desarrollo en Barcelona de unos espacios públicos en donde aquellas personas que hoy podrían identificarse como "gais", "lesbianas" y "trans" empezaron a disfrutar de una red de socialización: cafés, teatros o salas de espectáculos en los que la disidencia sexual era tolerada o plenamente protagonista.

Obsérvese que utilizo comillas en estos tres términos, pues eran palabras que no se utilizaban en aquella época. Aunque más modesto en sus dimensiones, se trata de un fenómeno paralelo al que acogieron otras ciudades europeas y americanas, como Berlín y Nueva York (Tamagne, 2000 y Chauncey, 1994).

El entramado urbano que abrazan el tramo final de las Ramblas y la avenida del Paralelo -creada en 1894-, desde las Atarazanas hasta la calle del Hospital, aproximadamente, fue el que acogió durante estas décadas buena parte de dichos espacios de transgresión sexual.

En la actualidad este entramado forma parte del barrio del "Raval", por entonces se englobaban en el "Distrito Quinto". Según destacaban Cristina y Eduardo Mendoza (1991: 153 y 156), en estas callejuelas se "concentraba la diversión non-sancta de la ciudad" y en la flamante avenida "se alineaban cafés, teatros, barracones, subastas, atracciones y tabernas (...) los espectáculos que ofrecían aquellos chamizos pestilentes, sórdidos y tenebrosos (...) eran todo lo perverso, grosero y salaz que se puede ser".

BARCELONA modernista. Cristina y Eduardo Mendoza, 1989.Historia y leyenda del Barrio Chino, Paco Villar. Esta proliferación de locales se consolidaría a partir de 1914, como consecuencia de la neutralidad española durante la Primera Guerra Mundial, circunstancia que favoreció que Barcelona se convirtiera en un puerto comercial de primer orden que generó una notable bonanza económica y la llegada de inmigrantes, nacionales y extranjeros, del más diverso origen y condición. Tras la instauración de la Segunda República, en 1931, la apertura de dichos locales no disminuyó; a principios de 1939 la Ciudad Condal cayó derrotada durante la Guerra Civil y, meses después, se iniciará la devastadora dictadura franquista en toda España.

En este contexto, un caso emblemático de la transformación de Barcelona, tanto desde una perspectiva sociológica como desde su imaginario cultural, interior y exterior, será encarnado por este "Distrito Quinto", parte del cual acabó conociéndose como "Barrio Chino". Según constata Paco Villar (1996: 155):

En 1925 el periodista Francisco Madrid bautizaría una zona del Raval con el ocurrente nombre de Barrio Chino. En el semanario El Escándalo apareció una serie de dos reportajes titulados "Los Bajos Fondos de Barcelona", en los que por primera vez se mencionaba el topónimo Barrio Chino. La denominación alcanzó una aceptación total. Comenzaba así una etapa de asfixiante peregrinaje al Barrio Chino encabezada por todo tipo de periodistas y escritores. El Barrio Chino fue rastreado palmo a palmo; descubierto y redescubierto; falseado y adulterado; encumbrado y censurado.

Ampliación 1 En 2012, el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB) ofreció una exposición titulada "El Paral·lel, 1894-1939. Barcelona i l'espectacle de la modernitat" , centrada en esta transformación urbana, social y cultural. Mira el vídeo para comprender mejor estos cambios y algunas de sus significaciones.

1 - Los "imitadores de estrellas"

Álvaro Retana
Álvaro Retana (1890-1970), uno de los escritores españoles más populares de las décadas de los años 10 y 20, muy conocido como cronista periodístico y por sus letras de cuplés, vivió por entonces durante diversas temporadas en la Ciudad Condal; en varias de sus novelas (como El crepúsculo de las diosas, de 1922, o Mi novia y mi novio, de 1923) retrató de manera provocativa la vida de la farándula barcelonesa.

En un volumen titulado Historia del arte frívolo (1964) acompañó las fotografías de las estrellas del mundo del espectáculo de la primera mitad del siglo XX con textos biográficos en donde podemos recuperar el talante de algunas de sus heterodoxias;

Retana rescató así a los trans que actuaron en los escenarios barceloneses más celebrados de la segunda, la tercera y la cuarta década del siglo XX: entre ellos, Edmond de Bries, Mirko, Antonio Alonso, Luisito Carbonell o Freddy, junto a Derkas, cuyo retrato se acompaña del siguiente esbozo:

Derkas / Manuel Izquierdo Manuel Izquierdo, perteneciente a distinguida familia, hijo de padre malagueño y de madre filipina, nació en la calle del Cabildo, de Manila, siendo el coautor de sus días promotor fiscal en la Audiencia de Cebú. Traído a España a los cinco años, asombrando por su inteligencia, residió en Barcelona, donde el padre desempeñó el cargo de magistrado. Aprendió canto y piano con el maestro Tintorer en el Conservatorio del Liceo, y contando escasamente quince años debutó como barítono en la compañía zarzuelera de Ricardo Güell. Cierta noche, a punto de levantarse el telón para representarse Bohemios, por indisposición de la primera tiple y para salvar a la empresa, encargóse repentinamente del papel de Cosette Manolito Izquierdo, y el audaz comediante consiguió tal éxito, que el director y principales figuras del elenco le aconsejaron dedicarse a la imitación de estrellas. Manolo Izquierdo, burlando la oposición familiar, lanzóse a esta clase de trabajo, y el padre, enfurecido, ordenó la detención del muchacho, menor de edad. Pero éste, disfrazado de mujer, trasladóse a Berlín, donde ganó el primer premio en un concurso de belleza femenina. Sobrevino el correspondiente barullo al percatarse público y jurado de la mixtificación, y aquello originó la gran celebridad de Derkas -remoquete con que se enmascaró- primero en el extranjero y posteriormente en España. Falleció en Barcelona, rebasados los sesenta años, retirado del teatro, muy solicitado como creador de suntuosos vestuarios para vedettes y revistas de visualidad.
(Retana, Historia del arte frívolo, 1964, p. 140)


ESTUDIO DE CASO 1

Historia del arte frívolo, 1964. En esta semblanza biográfica, Álvaro Retana no introduce el más mínimo atisbo de condena contra Derkas / Manuel Izquierdo, a pesar de la censura vigente a mediados de los 60. Su relato se presenta como una historia de nítida superación de una persona con grandes cualidades artísticas que, en contra de su familia, decide apostar por una profesión que le granjeó admiración y fama, dentro y fuera de España. Una profesión justificada por la forma casual y cooperativa con que nace, con el apoyo de sus compañeros, quienes saben que Manuel tiene un potencial interpretativo mayor que el que le ofrece su puesto de barítono de zarzuela. Una profesión, la de "imitador de estrellas", que casa bien poco, en principio, con el Liceu, en cuyo conservatorio estudiara de niño, a escasos metros de las salas más reprobadas por las familias distinguidas de su ciudad de adopción.

Un "imitador de estrellas" sería, en principio, un hombre que interpretaba números musicales vestido con las mejores galas de las cantantes y actrices más populares de su tiempo. Un "travestido" del mundo del espectáculo, profesión ésta que se difundió sobre todo en la Ciudad Condal y en el Madrid de los años 20 y 30, al igual que en tantas otras capitales europeas en las que, como Berlín, triunfó Derkas. Tal vez nos vengan a la memoria algunos números musicales y escenas de la película "Cabaret" (1973), de Bob Fosse.

No será sin razón, pues recrea idénticos "bellos años" de permisividad sexual en la capital alemana: los mismos que amputaron allí los nazis y aquí el régimen franquista. Barcelona fue la gran capital del transformismo español antes de la Guerra Civil, con locales en donde los travestidos eran las figuras más populares. Si bien en un principio fueron más reconocidos aquellos que con mayor perfección imitaban el modelo original (voz, interpretación, maquillaje, ropa,...), con el tiempo algunos siguieron otro rumbo, ya que dejaron de recrear números ajenos y empezaron a crear números propios.



Ampliación 2 Revisa este número musical de la película de Bob Fosse, interpretado por Liza Minelli, y reflexiona sobre las marcas de género (masculinas y femeninas) presentes.

¿Debemos deducir, por consiguiente, que aquello que hoy denominaríamos "orientación sexual" estaba ausente en la elección de la profesión de "imitador de estrellas"? Si Álvaro Retana hubiese incluido sólo a Derkas en su Historia del arte frívolo así podría argumentarse entre lectores poco avezados. Retana, sin embargo, con una táctica muy sutil, logra ampliar nuestro horizonte de expectativas de género a través de las otras semblanzas. Así, la dedicada a Luisito Carbonell:

Luisito Carbonell La Criolla. Por el tiempo en que los imitadores de estrellas, favorecidos por la benevolencia de las autoridades, campaban por sus respetos (...). Algunos de estos ciudadanos no imitaban estrellas, sino mujeres. Eran simples criaturas que debieron haber nacido con el sexo de ellas y se desquitaban de esa equivocación de la naturaleza exhibiéndose en un escenario portadores de miriñaques desordenados, mantillas fabulosas, altivas peinetas, abanicos de plumas y demás perifollos femeninos para cantar y bailar con toda independencia. El lugar donde encontraban "más ambiente" era "el barrio chino" barcelonés, y allá se fue Luisito Carbonell con sus castañuelas a competir con las "vedettes" masculinas de Casa del Sacristán y La Criolla. (p. 139)





Los invisibles. Una historia de la homosexualidad masculina en España, 1850-1939. El azul del cielo, Georges Bataille. Se diría que Álvaro Retana está describiendo el "ambiente" sexual durante una época de transición y, con ella, la diferencia entre lo tolerable y lo intolerable, a un tiempo corporal, sexual y artísticamente: hombres que se sentían mujeres y que, como ellas, podían ser vulgares -algo que se deduce impropio de una estrella y de su imitador-.

Evidentemente, Retana estaría proyectando una luz muy interesante a través de la cual se aprecia su aproximación a esa "nueva realidad" que define el término "homosexualidad", difundido a través de un lenguaje médico, aunque moralizante, como denota la expresión "equivocación de la naturaleza", según han analizado Cleminson - Vázquez García (2007: 217-264).

Evidentemente, la perspectiva de género sobre estas personas podía oscilar entre la admiración de un Retana y el rechazo, como el que pinta Georges Bataille (1897-1962) en Le bleu du ciel (1957), donde narra sus recuerdos de un viaje a Barcelona en 1935. En sus páginas rememora a un joven travestido: "Hacía tiempo que conocía la atracción de La Criolla. Para mí no tenía ningún encanto. Un muchacho vestido de mujer hacía un número de baile en la pista: llevaba un traje de noche cuyo escote le llegaba hasta las nalgas. Los taconazos del baile español retumbaban sobre el suelo" (Bataille, 2008: 109).



Como tendrá ocasión de valorarse en el próximo apartado, estos paisajes interiores atrajeron a numerosos periodistas y escritores, fascinados por la vida nocturna barcelonesa. Así, un personaje de Printemps en Espagne (1931), en donde Francis Carco (1886-1958) relata su viaje por la España de 1929, afirmaba conocer "plus de deux mille ... maricones" en el "Barrio Chino" (en Héron, 2003: 207-208).

2 - Lolitas y Carolinas

Barrio chino En un estudio sobre las representaciones literarias de esta zona de la Ciudad Condal en las letras catalanas del primer tercio del siglo XX, Jordi Castellanos (2008) analizó diversos autores y obras que habían logrado convertir el "Distrito Quinto" en un espacio de denuncia contra la literatura burguesa. Éste sería el caso emblemático de Juli Vallmitjana (1873-1937), quien escribió obras dramáticas y narrativas desde la primera década de la pasada centuria en donde el barrio se convertía en un desafío contra la alta cultura novecentista. Puede sugerirse, por consiguiente, que, en primera instancia, la imagen literaria de este entramado urbano había empezado a desarrollarse a principios del siglo XX como topografía de una alteridad social, pero que, a partir de 1925, esta alteridad -que en el caso de Vallmitjana participaba de unos principios ideológicos muy próximos al anarquismo- se vio desplazada y empezó a sufrir un cambio de enorme envergadura.

La introducción de la denominación periodística "Barrio Chino", si bien por razones obvias no pudo sustituir la administrativa "Distrito Quinto", representó el triunfo de una alteridad interesada, nacida al calor de la prensa sensacionalista, cuyo exotismo orientalizante y canalla inventó las puertas que facilitaron la apertura de un nuevo paisaje -metafórico y simbólico a un tiempo- que fue describiéndose y recreándose de muy diversas maneras y con objetivos antagónicos. Un paisaje que se sobrepuso a la realidad humana. Aquel "Barrio Chino" era una zona tan céntrica como obrera, tan transitada como humilde, en cuyas oscuras calles de habitaciones arracimadas vivían trabajadores Josep Maria de Sagarra autóctonos e inmigrantes junto a quienes representaban lo que por entonces se denominó "bajos fondos", esas "gentes de mal vivir" que, como las artistas trans de los garitos ubicados por la zona, intentaban ganarse la vida.
El periodista y narrador ruso Iliá Erenburg (1891-1967) lo describió, a la altura de 1932, de manera tan realista como la siguiente: "En Barcelona hay un Barrio Chino en donde no hay un solo chino" (en Permayer, 2007: 397-399).

Una nueva generación de escritores catalanes descubrió y describió las múltiples potencialidades de estas calles y locales. Así, Josep Maria de Sagarra (1894-1961), por citar un autor canónico, en Vida privada (1932), novela ambientada entre 1927 y 1931 -durante la dictadura del general Primo de Rivera y el inicio de la República, por tanto-, se explaya en la siguiente escena, que ofrece un singular contrapunto de las vidas trans barcelonesas:

Enfilaren altre cop el carrer Perecamps, que estava desert, i de la taverna que en diuen Cal Sagristà va sortir un homenot que començà a seguir-los. Aquell homenot era horrible; deuria tenir uns quaranta anys, anava emmascarat de vermell i portava els cabells impregnats d'oli de coco; se'ls plantà al davant i bellugant les anques de la manera més trista, començà dient, amb una veu de mascaró que vol imitar la d'una dona i fent aquell ploriqueig assossegat i llepissós dels invertits professionals: "¿No tenéis un cigarrillo para la Lolita?" A les dones els causà una impressió estranya, d'un absurd que no haurien pogut definir; en canvi, els homes, més que sensació d'angúnia i de fàstic, van sentir un pànic veritable. Aquell homenot inofensiu els feia por, una por que els privava de donar-li una empenta, de contestar-li res. L'homenot insistia demanant "un cigarrillo para la Lolita"; ells intentaren apartar-se i apretar el pas. L'homenot els seguia ploriquejant, i fent uns "ais" inaguantables a l'orella dels quatre homes que fugien; uns "ais" com si volguessin imitar l'orgasme femení.
-Davant d'una cosa com aquesta -va fer Emili Borràs- un no sap què dir; se't nua la gola, et sents tan avergonyit, que et vénen ganes de plorar...
(Sagarra, 2010: 181)




ESTUDIO DE CASO 2

Vida privada La Criolla (nota de prensa).Los protagonistas de Vida privada, pertenecientes a la burguesía y la aristocracia catalanas más privilegiada, han efectuado un peculiar recorrido turístico por los locales más tenebrosos de aquel "Barrio Chino" que la prensa había emplazado en el centro del debate mediático y que, a la postre, acabaron beneficiándoles mediante una atractiva aureola de malditismo. Resulta muy pertinente destacar la descripción de "Lolita" como metáfora de todo el episodio, en la medida en que debemos considerarla caracterizada con idéntica verosimilitud histórica que la del resto de personajes de esta novela tan realista. "Lolita" sale de uno de los locales más conocidos -y de reputación más dudosa por sexualizada-, aparece descrita a través de aquellos detalles (voz, gesto, maquillaje,...) que mejor pueden definir a un "invertit professional".

No debe escapársenos el adjetivo, que sin duda remite a un oficio muy concreto, el cual, por la humildad implícita, podemos imaginar en la escala artística más baja de los "imitadores de estrellas", e incluso rayana en la prostitución. Pero tampoco conviene desdeñar el sustantivo (vinculado al lenguaje científico de la sexualidad, plenamente difundido en la década de los 20), que cifra el "absurdo" de las damas y el "pánico homosexual" descrito magníficamente entre los caballeros del grupo, quienes se muestran incapaces de controlar el sentimiento de rechazo ante la proximidad de una figura emblemática de la alteridad erótica, la sensación de peligro ante el contagio...

Por último, adviértase que Sagarra ha logrado alcanzar este clímax mediante un cambio en el punto de vista, pues inicia la escena con una voz narrativa que muy bien podría identificarse con la de los personajes ("homenot horrible", un diminutivo de enorme potencial, por otra parte) para acabar distanciándose (pues, al fin y al cabo, se trata de un "homenot inofensiu"). ¿Qué efectos produce "Lolita"? La vergüenza de quienes se consideran moralmente superiores, pero también la impotencia de clase y un "nus a la gola": la imposibilidad de verbalización de los "crímenes nefandos", cuyos nombres no deben pronunciarse -la "sodomía" en el antiguo lenguaje religioso, la "inversión sexual" en el vocabulario médico moderno-.


Imitador en la Criolla Jean Genet La verosimilitud narrativa de Josep Maria de Sagarra en Vida privada refleja a la perfección la realidad histórica que pudieron vivir algunas personas trans en la Barcelona de los años 20 y 30. Al fin y al cabo, según constatase Villar (1996: 205), la "moda" de los transformistas o imitadores de estrellas alcanzó su apogeo durante los años de la República. Todos los cabarets del Barrio Chino presentaban en su programa la actuación de un transformista.

En el Wu-Li-Ghang, en La Criolla o en el Gran Kursaal, alternaban números con las artistas, y en muchos casos eran la principal atracción del local. Sin embargo, no conviene olvidar que este punto de vista narrativo de Sagarra corresponde al de alguien que conoce pero que no se identifica con "Lolita", por razones obvias. Se trata de una cuestión tan básica como ineludible, ya que disponemos de muy escasos testimonios directos de barceloneses trans, sean o no literarios.

Por tan poderosa razón, aunque no sólo, resulta más que pertinente recuperar uno de los pocos fragmentos de la vida trans barcelonesa durante este período que no se ubica en el emplazamiento de superioridad moral que refleja Vida privada, sino que se narra desde una perspectiva antitética, de aparente horizontalidad. Me refiero al retrato que pintó Jean Genet (1910-1986) de su estancia en Barcelona, hacia 1934 (pero escrito en la década de los 40 y publicado en 1949), en su obra autobiográfica titulada Journal du voleur.

Y es que este Diario del ladrón ofrece un puñado de excelentes anécdotas sobre la vida cotidiana de aquellas calles en la Barcelona republicana. También algunas estupendas escenas protagonizadas por Genet (como cuando intenta prostituirse travestido en una sala de fiestas tan famosa como precisamente La Criolla) o por él contempladas a lo largo y ancho del "Barrio Chino". Por tan poderosa razón, no resulta sorprendente que de esta pieza de Genet pueda llegar a afirmarse que constituye un verdadero manifiesto a favor de la marginalidad y de la delincuencia, abiertamente homosexual (Carreras, 2003: 145-146).
Uno de los episodios más pertinentes para esta asignatura sería el rememorado por Jean Genet en Diario del ladrón, a propósito de un singular cortejo fúnebre de travestis:

Journal du voleur, Jean Genet. Celles, que l'une d'entre elles appelle les Carolines, sur l'emplacement d'une vespasienne détruite se rendirent processionnellement. Les révoltés, lors des émeutes de 1933, arrachèrent l'une des tasses les plus sales, mais des plus chères. Elle était près du port et de la caserne, et c'est l'urine chaude de milliers de soldats qui en avait corrodé la tôle. Quand sa mort définitive fut constatée, en châles, en mantilles, en robes de soie, en vestons cintrés, les carolines - non toutes mais choisies en délégation solennelle - vinrent sur son emplacement déposer une gerbe de roses rouges nouée d'un voile de crêpe. Le cortège partit du Parallelo, traversa la calle Sao Paulo, descendit les Ramblas de Los Florès jusqu'à la statue de Colomb. Les tapettes étaient peut-être une trentaine, à huit heures du matin, au soleil levant. Je les vis passer. Je les accompagnai de loin. Je savais que ma place était au milieu d'elles, non à cause que j'ètais l'une d'elles, mais leurs voix aigres, leurs cris, leurs gestes outrés, n'avaient, me semblait-il, d'autre but que vouloir percer la couche de mépris du monde. Les Carolines étaient grandes. Elles étaient les Filles de la Honte.
Arrivées au port elles tournèrent à droite, vers la caserne, et sur la tôle rouillée et puante de la pissotière abattue sur le tas de ferrailles mortes elles déposèrent les fleurs.
(Genet, 1982: 72-73).




Calle Cid Frente a la dignidad solemne del luto de las "Carolinas" de Genet, el horror bien pensante de los personajes de la novela de Sagarra ante los "invertidos profesionales". Frente a la mirada sexual del yo narrativo autobiográfico francés del Diario del ladrón, el distanciamiento burgués que contempla la decadencia de la aristocracia catalana en Vida privada. Frente a la fascinación y el comunitarismo del uno, la abyección de un abismo tan atractivo como repulsivo. Un abismo que, no debe olvidarse, estaba reflejando las diferencias sociales y económicas que cobijaba la floreciente ciudad. Un abismo que, en el caso de Sagarra también refleja una alteridad lingüística antitética, pues Genet escribe en francés, pero Sagarra hace hablar en español a "Lolita".

¿Quién es "Lolita"? Quizá sea una de las "Carolinas" de Genet, que acuden en triste y acicalada procesión a un urinario público derribado, espacio de solaz sexual por antonomasia que forma parte de su vida sentimental. Tal vez sea uno de aquellos "hombres afeminados con la cara pintada y las manos pulidas como si fuesen damiselas" que frecuentaban La Criolla, según los describe el periodista francés Gui Befesse en su crónica de 1933 titulada Las profesionales del amor (en Permanyer, 2007: 412).

El "Barrio Chino" fue forjando una topografía a la manera de una encrucijada de género para propios y extraños, nacionales y extranjeros, que casaba bien con el diseño de un laberinto sexual que fue rito de paso para tantos, sobre todo varones (heterosexuales y homosexuales). No cabe duda de que sus callejuelas facilitaron la existencia de otras alteridades, entre las que no conviene olvidar la de las personas trans, catalanas, españolas y extranjeras, en las décadas de los años 10, 20 y 30 del siglo XX, como ilustran no pocos archivos fotográficos.

Resulta fascinante constatar cómo un espacio urbano tan reducido propició esta multiplicación de alteridades y esta burbuja de libertad de género, bien presente en la literatura.

Ampliación 3 Xavier Albertí realizó una adaptación teatral de esta novela en el Teatre Lliure de Barcelona. Mira el vídeo para valorar cómo subrayó las transgresiones de género en la obra de Sagarra.

Bibliografía

Fuentes primarias Fuentes secundarias

AUTORÍA

Este recurso pedagógico ha sido elaborado por el Dr. Rafael M. Mérida Jiménez, profesor Serra Hunter de la Universitat de Lleida, con la colaboración de la "Unitat de Suport i Assessorament a l'Activitat Docent" de la misma universidad. Forma parte del proyecto de investigación FEM2015-69863-P (MINECO-FEDER) y nace en el seno del GRC 2017 SGR 588.

Su objetivo es implementar parte de sus resultados en un proceso de innovación docente de asignaturas de grado y posgrado en la UdL.

Para obtener más información sobre el proyecto, puede consultarse el siguiente enlace.